Huyendo de la cólera del señor, el héroe corrió hacia el río,
donde el buen barquero lo llevó a la otra orilla.
El héroe le ofreció su espada en agradecimiento, pero él rehusó,
poniendo la amistad por encima de recompensas materiales.
A veces la gente hace cosas porque están bien, sin esperar
recompensa. Aceptemos el cariño de los que están a nuestro alrededor.
Las cosas no se compran, y gracias por tenerlos cerca y pensar que
otro día seremos nosotros, los que tenemos que ayudar.